viernes, 3 de abril de 2015

EL ASESINO DE NEGRAS, GARY MICHAEL HEIDNIK...ATERRADOR!


Conocido como “El Sembrador de Bebés”, este brillante asesino consiguió una gran fortuna de forma parasitaria y oportunista...!

Parte de su dinero lo usó en prostitutas negras, hasta que empezó a secuestrarlas, convirtiéndolas en esclavas sexuales a las que torturaba a modo de castigo e intentaba emplear para crear una “granja de bebés”…

Un inestable entorno familiar

El 22 de noviembre de 1943, Gary Michael Heidnik nació en los suburbios de Eastlake, dentro de Cleveland, en Ohio, Estados Unidos.


Cuando Gary tenía año y medio, su hermano Terry nació y poco después sus padres se divorciaron: su padre, Michael Heidnik, acusaba a su madre de “bebedora empedernida”, mientras ésta le reprochaba el “incumplimiento de sus obligaciones”. Gary y su hermano estuvieron con su madre hasta que tuvieron edad de ir al colegio, momento en el cual se trasladaron al hogar paterno.
Cuando Gary tenía un año y medio, su hermano Terry nació y, paralelamente, las rencillas entre sus padres se incrementaron, culminando poco después en un divorcio donde su padre, Michael Heidnik, acusaba a su madre de “bebedora empedernida”, a la par que ésta le reprochaba el “incumplimiento de sus obligaciones”.

Habiéndose separado sus padres, Gary y su hermano se fueron a vivir con su madre, quien trabajaba como esteticista y, sin que pasara mucho tiempo desde su divorcio, había vuelto a casarse. Allí estuvieron hasta que Gary tuvo edad de ir al colegio, momento en el cual se trasladaron a vivir con su padre, quien también había vuelto a casarse.

Un padre severo y un hijo aficionado a la guerra

Gary decía que su padre era “terriblemente severo”. Por eso, cuando Gary se orinaba en la cama, el castigo era sufrir la humillación de que su sábana sucia fuese colgada en la ventana de su habitación a fin de que los vecinos la oliesen, la viesen y lo identificasen a él como un sucio meón; o, a veces y para la misma falta, el castigo era ser colgado de los tobillos en el borde de la ventana, suspendido a unos seis metros del suelo…


El padre de Gary era terriblemente severo, al extremo de que lo colgaba de la ventana por orinarse en la cama. Quizá algo vinculado a esto estuvo el gusto que desde los 13 años Gary (arriba, con uniforme tipo militar) mostró por la guerra y el mundo militar. Así, leía manuales de guerra y hasta le pidió a su padre que lo envíe a una academia militar, donde extrañamente desertó a pocos días de lograr un ascenso.

Pero, a pesar de aquel desmedido rigor paterno, Gary y su hermano parecían dos chicos normales. Inclusive, Gary tenía un buen nivel de motivación personal, ya que buscaba pequeños trabajos (pintar bocas de incendios, por ejemplo) para ganar dinero y, además, se metió en los Boys Scouts, aunque fue allí que tuvo una experiencia muy desagradable pues le apodaron “El Cabezón” a causa de la inflamación que, como consecuencia de la caída desde un árbol, tuvo por varios días en la cabeza.

Quizá vinculada a las mismas tendencias que lo llevaron a meterse en los Boys Scouts, a los 13 años surgió en Gary una enorme afición por todo lo vinculado al mundo militar. Las metrallas, los tanques, los aviones de combate; las minas, las bombas, el aniquilamiento de la guerra y el fascinante juego de las tácticas y estrategias, todo ello lo maravillaba. Y esa afición él la expresaba usando ropa con estilo militar, e incluso leyendo manuales de guerra.

Así, a los catorce años le pidió a su padre que lo metiera en una academia militar; y, como su padre amaba el rigor y la disciplina, gustosamente ahorró y lo metió en la Academia Militar de Staunton, donde Gary obtuvo excelentes calificaciones mas, cuando le faltaban pocos días para conseguir un ascenso, inexplicablemente abandonó la academia y volvió a la casa de su padre, ya que la academia estaba en Virginia.

Al volver a casa de su padre, Gary volvió a inscribirse en su antiguo colegio. Paralelamente, Gary cuenta que en ese entonces empezó a recibir tratamiento psiquiátrico por problemas mentales, aunque nunca dijo cuáles problemas. Pero en la misma época su hermano Terry también estaba recibiendo tratamiento y, al igual que Gary, tuvo muchos intentos de suicidio, lo cual hace pensar que, detrás de los trastornos que en el futuro llevaron a Gary al crimen, existía una base genética innata, ya que su hermano tenía poca diferencia de edad, manifestó problemas psiquiátricos paralelamente a Gary, tuvo tendencias suicidas (como Gary) entre esos problemas, y no se puede pensar que ambos hayan llegado a ese estado debido al padre, ya que éste era muy severo pero tampoco llegaba a la crueldad aberrante de los golpes y la violencia fortuita.

Ya que Gary amaba el mundo militar y odiaba vivir con su padre, se metió en el Ejército inmediatamente después de terminar la secundaria; pero, para aquella etapa de su vida, él ya tenía bien grabados estos dos principios: primero, que el dinero representaba libertad; segundo, que el dinero se podía obtener sin necesidad de trabajar.

Viaje a Alemania

Poco después de haber entrado al Ejército con 18 años, Gary consiguió capital y se hizo prestamista, consiguiendo con ello unos ingresos mensuales superiores a los del salario militar. Pero un gran imprevisto le arruinó el negocio: por disposición del alto mando, él y un grupo tenían que partir rumbo a una base en Landsthul, Alemania, de modo que ya no podría cobrar las importantes sumas que le debían…


Con 18 años Gary entró al Ejército, y andaba bien en su negocio de prestamista cuando lo enviaron a Alemania (arriba). No obstante, allí le dieron tratamiento psiquiátrico con medicamentos y, cuando volvió, sus trastornos y su elevado desempeño en Alemania, le sirvieron como excusas para aprovecharse de Seguridad Social gracias a la ingenuidad de la Administración de Veteranos.
Pese a las pérdidas financieras, ir a Alemania acabaría siendo enormemente provechoso para él, y la primera muestra de eso fue que allí le comenzaron a dar medicación como parte del tratamiento psiquiátrico. Pero eso no lo salvó de las náuseas, los dolores de cabeza y la visión borrosa, males de los cuales frecuentemente se quejaba.

Un día, en medio de las visitas médicas de Gary, un doctor se fijó en los espasmos involuntarios que éste manifestaba, y en cómo sacudía repentinamente la cabeza. Pensó entonces que esos síntomas estaban asociados a rasgos psicológicos inusuales, por lo cual le recetó Stelazine, un tranquilizante bien fuerte que se emplea en pacientes que sufren de alucinaciones.

Aprovechándose de Seguridad Social

El tratamiento médico recibido en Alemania y la calidad de su desempeño en dicho país, fueron las principales causas de que, a su regreso a Estados Unidos, en menos de seis meses se le licenciara con honores y se le otorgara una pensión vitalicia por incapacidad mental, gracias a lo cual Gary ya no tendría que trabajar para vivir, puesto que recibiría casi 2000 dólares al mes…


Cada vez que Gary visitaba la Administración de Veteranos, repetía cuidadosamente su amplio abanico de tics y manías, todo a fin de reafirmar y conservar la impresión que se tenía de él como un sujeto trastornado que necesitaba ayuda y la merecía por los servicios militares que había brindado. Arriba vemos uno de los medicamentos que le recetaron a Gary, y en la parte superior del recipiente puede apreciarse, en mayúsculas, la firma de la “VETERANS ADMINISTRATION”

Fue entonces que Gary vio lo acertada que era su idea de que el trabajo no era necesario para vivir; y, notando que podía seguir aprovechándose de Seguridad Social en virtud de su supuesta “incapacidad mental”, pidió que se le dé una pensión para cumplir sus deberes hacia una mujer con la que tan solo vivió algunos meses; aunque, evidentemente, él quería el dinero para sí mismo.

Por otra parte, Gary era muy cuidadoso en preservar su imagen de trastornado e incapacitado, por lo cual, siempre que visitaba a sus benefactores en la Administración de Veteranos (gracias a esta institución le dieron las pensiones vitalicias), él repetía todo su repertorio de tics nerviosos y: saludaba rápido, enmudecía repentinamente y por largos ratos, se remangaba una pernera del pantalón, procuraba llamar la atención de forma inoportuna, y descuidaba grandemente su aspecto, no bañándose y usando la misma ropa. A todas esas conductas los veteranos les llamaban “heidnikismos”, pero además habían catalogado a Gary como un sujeto agresivo, predispuesto a la violencia y desdeñoso hacia la autoridad, aunque nunca sospecharon de su anormal vigor sexual, ya que Gary era capaz de tener sexo cuatro veces al día, frecuentemente con cuatro mujeres distintas…

Gary y su madre

La relación de Gary con su madre era difícil y, muy probablemente detrás de la afición de éste por las negras (más adelante se verá cómo se rodeaba de negras con deficiencia mental), estaba la afición de su madre por los negros, ya que ésta, tras divorciarse, se había vuelto a casar dos veces, ambas con hombres negros. También quizá por eso, Gary se autodescribía como “de color” en los documentos oficiales, a pesar de ser blanco y con ojos azules.


Gary tenía una complicada relación con su madre, en parte porque ésta era alcohólica. Sin embargo, cuando en 1971 su madre se suicidó por el cáncer y la depresión, Gary se afectó tanto que llevó sus cenizas y las vertió en las Cataratas del Niágara (arriba), y además permaneció deprimido hasta un año después del fallecimiento materno, debiendo recibir medicación extra para su crisis depresiva…

Sin embargo y a pesar de la adicción que la madre de Gary tenía por el alcohol, él la quería mucho pues, cuando ella se suicidó en 1971 tras sufrir cáncer por cierto tiempo, Gary le hizo el homenaje de arrojar sus cenizas a las cataratas del Niágara, e incluso un año después de su fallecimiento, Gary seguía profundamente deprimido, al punto de que tuvo que recibir medicación especial para lidiar con su crisis depresiva. Caso muy distinto era el de su padre, a quien no le había vuelto a dirigir la palabra desde que dejó Cleveland en 1961, pero eso a Gary le tenía sin cuidado.

Un hombre muy inteligente

La “incapacidad mental” que le habían diagnosticado a Gary, no tenía nada que ver con su inteligencia sino con trastornos que supuestamente le impedían funcionar adecuadamente. Y es que, en los test de inteligencia que le aplicaron, su coeficiente intelectual se ubicaba entre 130 y 148, un “nivel próximo al de un genio”, según dijeron los psicólogos.



La “incapacidad mental” que le habían diagnosticado a Gary, no tenía nada que ver con su inteligencia sino con trastornos que supuestamente le impedían funcionar adecuadamente. Así, en los test de que le aplicaron, su IQ resultó estar entre 130 y 148, un “nivel próximo al de un genio”, según dijeron los psicólogos. En cuanto al uso que hacía de ese intelecto, aquel se centraba sobre todo en las finanzas.

A diferencia de otros asesinos seriales de gran inteligencia, Gary sí le sacaba provecho a su intelecto, puesto que le gustaba informarse sobre Economía y, guiado por ese interés, revisaba siempre las secciones financieras de los periódicos, a través de las cuales llegó a entender que el mercado bursátil era un fantástico juego matemático en el que se podían multiplicar pequeños capitales como los que él empleó para comprar acciones que luego le permitieron convertirse en un hombre con mucho dinero.

Un adinerado al que le encantaban las negras

A Gary le importaba un bledo las apariencias y el status social. Tenía mucho dinero, pero su casa en Filadelfia, al igual que sus ropas, no tenía un aspecto ostentoso. Si se le notaba el dinero, era gracias a su colección de autos, en la cual estaban un Rolls Royce y un Cadillac. Pero él coleccionaba autos porque le gustaban, y no para que lo miraran como un hombre de éxito. Así, además de los autos, las cosas a las que más destinaba su dinero (la parte que no ahorraba; la otra, la guardaba) eran revistas y vídeos pornográficos, películas de terror y, sobre todo, prostitutas negras que llevaba a su casa. Era por eso frecuente encontrar negras en la casa de Gary, y no solo una a la vez, sino más, ya que le gustaba meterse a su cuarto con varias al mismo tiempo.

Pero su afición por las negras no se focalizaba solo en la contratación de prostitutas, puesto que, incluso al elegir pareja, solía escoger chicas de color, casi siempre mentalmente deficientes —a las cuales les compraba cosas de lujo pero también las golpeaba y privaba de alimento—, pues en general, tanto para cuestiones sociales como sexuales, le gustaba rodearse de gente de piel oscura y baja capacidad mental, siendo lo segundo un reflejo de la necesidad que tenía de sentirse superior, incluso si para ello requería crear un gran contraste entre su inteligencia sobresaliente e inteligencias por debajo de la media… De él podía decirse que “le gustaba brillar en el fango”, y se cuenta que siempre se aproximaba con una actitud que combinaba el desprecio, el sentimiento de superioridad y la comprensión.


A Gary le encantaban las negras y estaba sexualmente obsesionado con ellas, al punto de que tenía una colección de libros pornográficos en donde todas las modelos eran negras… Además, Gary gastaba considerables sumas de dinero en contratar prostitutas negras, y su vigor y vicio eran tales que a veces tenía sexo cuatro veces al día y además entraba a su cuarto con varias negras a la vez.

Paralelamente, sus parejas eran siempre chicas negras con deficiencia mental; ya que, en general (sean hombres o mujeres), le gustaba rodearse de gente tonta para poder manipular y sentirse superior. Arriba vemos a Lisa Thomas (centro) y a otra de las prostitutas negras que después él secuestró y mantuvo como esclavas sexuales.

Ahora bien, era natural que, eligiendo compañeras con tales características, a Gary se le hiciera fácil manipular y maltratar, y en ese sentido le complacían. Sin embargo y en lo que respecta a su anhelo de tener hijos, el tipo de mujeres que escogía casi siempre terminaban perdiendo al feto. Haciendo una prospectiva, tenemos que en 1977 Gary embarazó a Jeanette Davidson, una mujer negra, analfabeta y con un coeficiente intelectual de apenas 49 puntos… Normalmente un hombre no se mostraría posesivo con una mujer así, pero Gary la celaba al extremo de no dejarla acudir a un médico, hecho este que motivó a una hermana de Jeanette a llamar a la Policía para, contra la voluntad de Gary, llevar a Jeanette a un hospital, donde se le tuvo que hacer una cesárea por lo avanzado de su desnutrición. En cuanto al bebé, las autoridades dictaminaron que Gary y Jeanette no eran padres adecuados, y el Estado asumió la custodia.

Al igual que sucedió con Jeanette, Gary tuvo tres hijos más con tres prostitutas negras distintas, pero todas eran deficientes mentales y el Estado dictamina que las prostitutas retardadas no son madres adecuadas, de modo que los tres hijos le fueron arrebatados, pues tampoco él era un padre idóneo, aunque por otras razones.

El “Obispo de Las Hamburguesas”

Cuenta Gary que cierto día, mientras nadaba en las cálidas aguas californianas del Océano Pacífico, Dios le ordenó que creara una iglesia y tuviese abundante descendencia. Ese fue el momento iluminador, la revelación que le inspiró la idea de una iglesia que compasivamente dedicaría a esa minoría marginada que era la gente negra (hombres y mujeres) con deficiencias mentales y/o físicas. La iglesia se fundó en 1971 y se llamó la Iglesia Unida de los Ministros de Dios. Dentro de su constitución, el obispo era el líder de por vida y el responsable de los fondos, autorizado para invertirlos en ‹‹préstamos, acciones, juegos de bingo y otras empresas››. También, y esto terminó siendo problemático años después, la constitución de la iglesia estipulaba que: ‹‹si la disolución llegara a ser necesaria, los fondos de la iglesia, o los beneficios de su venta, deberán ser entregados a las Fuerzas de la Paz y a la Administración de Veteranos››


En 1971 Gary fundó la Iglesia Unida de los Ministros de Dios. Dicha institución tenía como fieles a personas (hombres y mujeres) negras con deficiencias físicas y/o mentales. Con ese tipo de feligreses, Gary se sentía superior pero también desplegaba su lado más humano; ya que, cada vez que terminaba una misa (él era el líder-obispo), invitaba a todos a comer a McDonald’s, restaurante que al parecer era su favorito, pues fue allí donde años después también llevó con frecuencia a Josefina Rivera. En todo caso, su costumbre de invitar gente al lugar, le valió el sobrenombre de “Obispo de Las Hamburguesas”…

Ya en la práctica, Tony Brown (amigo de Gary y negro ligeramente retardado) iba todas las mañanas en una furgoneta por el vecindario de North Marshall, recogiendo a la gente de la congregación para ir a misa, donde ponían música religiosa, Gary daba un pequeño sermón, y luego, cada día al salir de la iglesia, invitaba a sus feligreses a comer hamburguesas en McDonald’s, razón por la cual se le llamó “El Obispo de Las Hamburguesas”.

Las primeras víctimas del monstruo

En 1978 se le impuso a Gary una condena de entre tres y siete años, debido a que, tras ir con Jeanette Davidson (mencionada antes) a visitar a Alberta Davidson (hermana de Jeanette) en el centro para retrasados mentales donde se la tenía recluida desde hace varios años, Gary les propuso ir juntos de paseo y se las llevó, pero horas después las autoridades del centro llamaron a la Policía, pues habían pasado varias horas y Alberta no volvía. Así, cuando los policías ingresaron a la casa de Heidnik en Filadelfia, encontraron a Alberta metida en un cubo de basura dentro del sótano: temblorosa, desnuda y con notorios signos de haber sido sexualmente abusada… Aunque, como Alberta no podía declarar por tener un CI de 30, los cargos fueron de rapto y agresión y la condena no fue tan severa. En cuanto a Jeanette, esta fue asesinada, y nunca se pudo probar que el culpable fuese Gary, pero aún permanece como el principal sospechoso, y el sentido común nos haría suponer que Jeanette Davidson fue la primera persona asesinada por Gary Michael Heidnik.

La fortaleza de las torturas

Anteriormente, durante los años setenta, Gary había vendido su casa en West Filadelfia y, cuando estuvo libre en 1983, compró una casa en North Marshall Street. A esa casa le colocó barrotes en cada ventana de la planta baja, le revistió de metal el garaje y puso alambres de púas frente al mismo, y le mandó a hacer una pesada puerta de acero para la entrada: en resumidas cuentas, la convirtió en una fortaleza.


En 1983, Gary compró una casa en North Marshall Street. A esa casa (arriba) le colocó barrotes en cada ventana de la planta baja, le revistió de metal el garaje y puso alambres de púas frente al mismo, y le mandó a hacer una pesada puerta de acero para la entrada: en resumidas cuentas, la convirtió en una fortaleza. Sería en el sótano de esa casa donde él tendría a sus esclavas negras…
Por dentro la casa mostraba su excentricidad: el recibidor estaba empapelado con dinero, las paredes de la cocina cubiertas por monedas de un centavo y, cerca de la cocina, estaba un cuarto con un sofá naranja, un tocadiscos, un televisor, una videocasetera, y un armario repleto de cine de terror, vídeos porno y libros pornográficos cuya particularidad estribaba en que las modelos eran todas…negras. Finalmente, una escalera llevaba hasta un sótano donde yacía un colchón, una lavadora-secadora, un billar estropeado, una pequeña nevera, un tapete sucio y rasgado, y un montón de escombros desperdigados por aquel lugar en el que gruesos tablones de madera impedían que la luz pase por las ventanas, ya que ese no era un lugar propicio para que el resplandor del sol interrumpa las oscuras actividades que allí tendrían lugar…

Un matrimonio destinado al fracaso

En 1985, Gary se casó con Betty Disto y la convenció de que dejara Filipinas y se fuera a vivir con él en Estados Unidos. Dos años antes la había conocido mediante una agencia matrimonial, y la había empezado a enamorar. A diferencia de anteriores parejas, Betty era de raza asiática, no era prostituta, y no tenía retardo mental, ni leve ni pronunciado. Gary la había adquirido (eso fue lo que hizo a fin de cuentas; pues, sin su dinero, Betty no habría dejado Filipinas) porque deseaba “una virgen oriental” y Betty era una. Además, guardaba la esperanza de tener un hijo que no le fuera arrebatado por el Estado, pero olvidó que las mujeres, cuando no son tontas, difícilmente se dejan explotar tanto como las negras a las que él estaba acostumbrado.


Gary quería una virgen oriental y por eso, mediante una agencia matrimonial, contactó con la filipina Betty Disto (arriba), la enamoró y en 1985 la convenció para que se case con él y vaya a USA. Sin embargo, cuando ella llegó él siguió acostándose con prostitutas negras, muchas veces delante de ella y llegando al extremo de golpearla por quejarse y de obligarla a cocinar para él y sus negras. Por eso el matrimonio duró muy poco, y Betty se escapó después de que un día llegara y, tras quejarse por encontrarlo fornicando con una negra, éste la golpeara y la violara anal y vaginalmente allí mismo.

El matrimonio con Betty duró realmente poco, empezando porque, siendo el primer día, Betty entró a la casa y vio a una mujer negra durmiendo en la cama de Gary. “Es mi huésped”, le dijo Gary y Betty le creyó a regañadientes, pero una semana después lo pescó en una extraña posición, teniendo sexo con tres negras dentro del dormitorio matrimonial. “Esto es normal en Estados Unidos”, le dijo Gary al no tener justificación, y Betty lo aceptó de mala gana aunque después Gary se pasó de la raya y, además de serle infiel cínicamente, comenzó a golpearla cuando se quejaba, a privarla de comida, a amenazarla con matarla si se iba, a tener sexo con las negras frente a ella y a exigirle que cocinase para él y las negras.

Pero fue en 1986 cuando Betty perdió la paciencia luego de que, al volver a casa, se quejara de verlo otra vez con una negra y éste, enfurecido, la agarrara, la golpeara, la violara anal y vaginalmente delante de la prostituta negra, y la amenazara nuevamente con matarla si se iba… Pasados cuatro días, Betty dijo que se iba de compras, pero desapareció y dos semanas después Heidnik fue detenido y acusado de violación conyugal, agresión, e imposición de relaciones sexuales desviadas (sexo anal). Desafortunadamente Betty no se presentó en las audiencias y los cargos fueron retirados, aunque en 1987 reaparecería para exigir el pago de una pensión por un hijo que tuvo de Heidnik pero del cual éste nunca se había enterado.

La primera esclava

Josefina Rivera venía de una familia de puertorriqueños y estadounidenses negros, y había comenzado a prostituirse siendo adolescente, llegando a tener (de clientes) tres hijos que el Estado le quitó por considerarla incapaz de cuidarlos. Cuando conoció a Gary, Josefina tenía 25 años, se hacía llamar “Nicole” (las prostitutas usan nombres falsos) y ofrecía sus servicios carnales en un peligroso suburbio de Filadelfia.


Josefina Rivera, con 25 años, fue la primera prostituta negra que Gary secuestró, pero también fue la única que tuvo la perspicacia para entender que era mala idea enfrentar a Gary, llegando así a ser aquella que tiempo después posibilitó la captura del perverso y depravado asesino. Al igual que haría con sus otras víctimas, a Josefina la llevó de buena manera hasta su casa, y una vez allí la sometió, la esposó, la llevó al sótano y la encadenó a una tubería, alimentándola miserablemente y abusando sexualmente de ella.

Era una helada noche de noviembre de 1986 cuando, ante Josefina, apareció Gary en su flamante Cadillac gris con blanco. Gary vestía una chaqueta de cuero y olía mal, muy mal; pero, su cruz con cadena de oro y su reloj Rolex, le decían a Josefina que él podría ser el cliente perfecto para librarse del hambre y del frío, así que le ofreció una sesión a veinte dólares, un precio relativamente barato.

Con Josefina en el auto, Gary fue a McDonald’s y se tomó un café frente a ella sin invitarle nada o darle un solo sorbo. Luego la llevó a su casa y allí le preguntó si quería ver porno o terror antes, pero Josefina dijo que no tenía tiempo porque debía ver a sus tres hijos (era mentira, el Estado le quitó la custodia). Entonces Josefina subió al piso de arriba y allí se encontró una habitación con dos sillas, una gran cama de agua y un aparador. Ese sería el lugar donde lo harían, y Gary inició arrojándole con desprecio un billete de veinte dólares, después de lo cual se desnudó, se metió de un salto y empezó a hacerlo.

Acabada la sesión, Josefina fue a coger sus pantalones vaqueros para vestirse, pero de pronto sintió unas manos grandes y toscas apretándole el cuello: era Gary, y su experiencia le decía que no era conveniente desafiar a los clientes violentos, por lo que se dejó esposar por él y éste la llevó hasta el sótano luego de recuperar su billete de veinte dólares.

En el sótano todo estaba sucio, húmedo y sombrío. Una tubería de unos doce centímetros de ancho cruzaba el lugar, y Gary le colocó una cadena a Josefina y la ató a dicha tubería. Al ver el curso que iban tomando las cosas, Josefina comenzó a gritar y a llorar, y Gary la abofeteó y la empujó, haciéndola caer sobre un mugriento colchón. Sorprendentemente, luego de eso no la golpeó más, sino que se le acercó, le apoyó la cabeza en el regazo y se durmió…

Al amanecer del día siguiente, un 27 de noviembre de 1986, Josefina despertó y, viendo que Gary no estaba, consiguió emplear un taco de billar a modo de palanca para quitar los tablones de la ventana, por la cual salió a pesar de seguir atada a la tubería, ya que la cadena tenía suficientes metros como para permitirle ir en busca de ayuda. Una vez que estuvo en el jardín, gritó y gritó en busca de ayuda, pero los vecinos estaban acostumbrados a oír gritos y, antes de que alguien apareciese, Gary la golpeó, la metió arrastrándola de la cadena como si fuese un animal, puso sacos para que no volviese a sacar las tablas, y encendió la radio a todo volumen.

Un proyecto perverso

Dos días después del intento de fuga de Josefina, Gary sintió una inspiración siniestra y planeó vengarse de Sandra Lindsay, quien había sido su novia por más de dos años y le había abortado un hijo pese a que él le ofreció 1000 dólares para que no lo hiciera. Por ello fue, salió con ella buscando alguna excusa, la llevó a su casa, la sometió, la ató, la llevó al sótano, sacó a Josefina de un foso (cavado por él) en el que la tenía castigada, y se la presentó a Sandy diciendo: “Sandy, ésta es Nicole”. Después se fue, regresó en un par de horas, cavó para profundizar y ensanchar el foso, las violó a las dos y, a modo de “consuelo”, les dijo que pronto tendrían la compañía de otras mujeres, ya que ellas representaban el inicio de lo que sería una “granja humana”, un lugar en el que ellas y otras chicas le proporcionarían la abundante descendencia que supuestamente Dios le había ordenado procrear mientras nadaba en las aguas del Pacífico californiano.


Arriba vemos a algunas de las víctimas que Gary secuestró. Dos de ellas (Sandy y Deborah) ya no están vivas pues él las mató con castigos empleados para imponer disciplina y evitar que las demás se revelasen como lo hicieron ellas dos… “Sandy, esta es Nicole”: tales fueron las palabras con las que Gary recibió a Sandy en el sótano, puesto que ella fue la segunda víctima luego de Nicole (Josefina Rivera). Bien se ve que Gary le habla a la chica como si le diese la bienvenida a una familia…
Al día siguiente de la captura de Sandy, la madre de ésta se presentó en casa de Gary junto con Teresa (hermana de Sandy) y dos primos de la víctima. Gary subió, habló y consiguió que se fuesen, tras lo cual obligó a Sandy a escribir una nota en la que decía: ‹‹Querida mamá, no te preocupes. Te llamaré››

Luego de Sandy siguieron otras capturas más: Lisa Thomas, el 22 de diciembre de 1986; Deborah Dudley, el 1 de enero de 1987; Jacquelyn Askins, 9 de enero de 1987; Agnes Adams, poco después de Jacquelyn Askins. A todas ellas las amenazó con el foso, privaciones de comida y otros castigos; a todas ellas las golpeó para intimidarlas, y las forzó a tener sexo cómo, cuándo y cuánto le diera la gana.

En esos avatares, Josefina Rivera fue testigo del día en que Sandy Lindsay se enfureció e intentó revelarse, obteniendo como castigo el ser atada por las muñecas a una viga del techo en la cual Gary la tuvo desnuda, sucia, alimentándola solo con agua y trozos de pan que le metía a la fuerza, abriéndole la boca y cerrándosela hasta que el pan hubiese descendido. En esa posición Sandy orinó y defecó, aumentando las pestilencias de aquel infierno donde, entre el metal de las tuberías y las cadenas, los ecos de gritos y llantos revoloteaban como murciélagos. Una semana entera estuvo Sandy colgada, hasta que accidentalmente un trozo de pan se le atoró y la mató por asfixia, librándola así de tanto sufrimiento.

Muerta Sandy, Gary descolgó su cuerpo con frialdad, lo arrastró hasta el foso que tenía cavado, y lo embutió empujándolo con los pies… Las demás chicas miraban la escena con las pupilas dilatadas por el terror, pero Gary Michael Heidnik, inconmovible, fue y abrió la pequeña nevera del sótano, les dio a comer helado cual si estuviesen viendo una película, y luego, como si repentinamente un destello de sádica demencia hubiese resplandecido en su cerebro, miró el cadáver de Sandy, lo sacó y lo arrastró hasta arriba. Nadie supo qué mismo iba a pasar con el cadáver, hasta que el sonido de la sierra eléctrica les informó que su ex compañera de cautiverio estaba siendo cortada en pedazos… Pero lo peor vino después, cuando las muecas de terror fueron teñidas con el color de la consternación, pues por la estrecha escalera del sótano, descendía campante y desquiciante el olor de un buen guiso, y no cualquier guiso: uno hecho con carne de Sandy Lindsay, un platillo de carne humana…


Arriba vemos el sótano en que Gary Michael Heidnik tenía a sus rehenes. La foto se tomó cuando se hacía un escrutinio forense de la casa, por eso hay un hombre cavando.

Arriba vemos el sótano en que Gary Michael Heidnik tenía a sus rehenes. La foto se tomó cuando se hacía un escrutinio forense de la casa, por eso hay un hombre cavando.

Inmediatamente después del siniestro episodio, Deborah Dudley intentó enfrentarse a Gary, y éste la desencadenó y la llevó hasta arriba. Cuando Deborah bajó, se dejó encadenar dócilmente y, según recuerda Josefina, ella dijo lo siguiente: “Me mostró la cabeza de Sandy Lindsay en una cazuela. Ha puesto las costillas en una parrilla y ha guardado otras partes del cuerpo en la nevera. Me ha dicho que si no empiezo a hacerle caso, a mí me ocurrirá lo mismo”.

Paralelamente, el olor del guiso se había esparcido por las calles adyacentes, y al parecer era un olor perturbador, ya que los vecinos llamaron a la Policía. Sin embargo, cuando el agente enviado tocó la puerta de Gary, se asomó y vio una cacerola en medio del fuego, además de una cantidad intimidante de humo. “Gracias a Dios está usted bien”, dijo el agente creyendo que se trataba de un incidente culinario y Gary, que intencionalmente había arrojado la cacerola al fuego, aprovechó y respondió con un: “Claro que estoy bien. Tan sólo se me ha quemado la cena, eso es todo”. Creyéndole, el policía dijo a los vecinos que no podía detener a alguien por ser mal cocinero, y el asunto se quedó allí, ya que nadie sospechó porque, como se cuenta, aquel barrio era de alta criminalidad y eso hacía que la Policía no desconfiara de cosas aparentemente irrelevantes.

Ya tranquilo, Gary empleó la abundante carne de Sandy para mezclarla con comida de perros y alimentar con eso a sus prisioneras, en lugar de, como antes hacía, darles pollo crudo, pan, avena o galletas. Naturalmente esa comida era nauseabunda, de modo que Gary usó los golpes para que las prisioneras comiesen; y, en el peor de los casos, recurrió a su estimado foso, donde metía a la rebelde y le tapaba la salida con una tabla de pizarra, despreocupándose de los gritos puesto que siempre tenía música religiosa sonando a todo volumen.

Cualquiera que hubiese entrado, habría creído estar ante una sucursal del Averno pues, encadenadas y desnudas, yacían varias mujeres negras con los cuerpos enjutos a causa de la desnutrición; todos llenos de excremento, orina, uno que otro moretón o marca de violencia; e incluso, en algunos casos, signos de enfermedades dermatológicas (de la piel). Pero toda esa asquerosidad no era impedimento para que a veces Gary bajase, tomase a una chica, la subiese sin quitarle las cadenas, le diese un buen baño, y abusase sexualmente de ella: sodomizándola, violándola, obligándole a hacer felaciones y a realizar, pese a su debilidad física, cuántas aberraciones le fuesen posibles para satisfacer su depravado apetito.  Luego de terminar, Gary tomaría a la chica, la arrastraría nuevamente al sótano y la dejaría allí, pudriéndose en la oscuridad.

El castigo de Deborah

Al igual que Sandy, Deborah perdió la paciencia y cierto día, a pesar de haber visto la cabeza de Sandy en la cacerola, se negó a satisfacer los caprichos de Gary, quien se enfureció y, maquiavélicamente, en vez de golpearla hizo lo siguiente: la forzó, junto con Jacquelyn y Lisa, a entrar en el foso, haciendo luego que Josefina echara agua y tapara el foso con un tablón lleno de agujeros. Hecho esto, Gary tomó un cable pelado del cual salía corriente eléctrica, se lo dio a Josefina y le dijo que toque la cadena de Deborah con el cable. Para Josefina eso era muy difícil y doloroso, pero sabía que no le quedaba otra si quería sobrevivir, ya que su estrategia de docilidad y amabilidad había funcionado tan bien que Gary le estaba tomando cariño y la maltrataba menos que a las demás, e inclusive la trataba un poco como su pareja y la llevaba arriba a pasar tiempo con él, no solo para follar sino para hablar y comer cosas decentes, distintas a la comida de perro. Así, la ejecución de Deborah era crucial, y Josefina tomó el cable, lo introdujo en el agua y oyó chillar a todas, pero sobre todo a Deborah, quien gritó “¡Me va a matar!” antes de retorcerse, aullando escalofriantemente para luego quedar allí, flotando muerta en el agua…


Cuando Deborah se intentó revelar, Gary la castigó echándola a un foso con agua. Allí también metió a todas las otras chicas excepto a Josefina, con la cual se había encariñado un poco debido a la docilidad y simpatía que ésta le mostraba. Entonces tapó el foso con una tabla llena de agujeros, agarró un cable eléctrico pelado, y le dijo a Josefina que tocase la cadena de Deborah (las chicas fueron metidas con sus cadenas) con el cable. Tras hacerlo, todas se retorcieron pero sobre todo Deborah, quien gritó “¡Me va a matar!” y aulló escalofriantemente antes de perecer electrocutada.

Feliz de haber implantado su sádica y tiránica disciplina, Gary sacó a Jacquelyn y a Lisa, arrastró fuera a Deborah tras cerciorarse de que estaba muerta, y subió a la cocina, donde estuvo un rato hasta que bajó con una bandeja de deliciosos sándwiches que repartió entre las chicas… “¿No están contentas de que no era una de ustedes?”, les preguntó en tono amable y luego se fue nuevamente, regresando en pocos minutos con un papel y una pluma, elementos ambos que empleó para obligar a Josefina a redactar cómo electrocutó a Deborah. Lógicamente el documento tenía la firma de Deborah e implicaba que ésta se autodeclaraba como la autora directa del crimen. Esto le servía a Gary para asegurarse de que Josefina no intentara escapar, y realmente creyó que su plan funcionaría, por lo que desencadenó a Josefina, la llevó arriba y, por primera vez en mucho tiempo, la vistió completamente después de limpiarla.

La astucia de Josefina



A diferencia de las demás, Josefina se dio cuenta de que el camino era ganarse la confianza y el cariño de Gary. Solo así sobreviviría.  

A diferencia de las demás, Josefina se dio cuenta de que el camino era ganarse la confianza y el cariño de Gary. Solo así sobreviviría para contarlo (arriba).

Josefina pudo haber intentado escapar poco después de que Gary la desencadenó, pero no fue tonta y decidió esperar el momento adecuado, siguiendo con el plan de ganarse cada vez más la confianza y el cariño de Gary. Así, al día siguiente le ayudó a deshacerse del cadáver de Deborah en un remoto lugar de Nueva Jersey; y, con el paso de los días, consiguió que Gary la sacase de vez en cuando a comer en McDonald’s (al parecer, Gary amaba el McDonald’s…). Sin embargo y a pesar de las atenciones, Gary nunca le quitaba el ojo de encima y constantemente la amenazaba con matar a las otras chicas si ella se atrevía a escapar. Paralelamente sus compañeras de cautiverio le habían tomado envidia y hostilidad pues creían que estaba confabulada con Gary, sobre todo después de que ella las delató cuando pensaban buscar, entre la basura y las cosas del sótano, pedazos de vidrio, de tubería, o de lo que pudiese emplearse para asesinar al tirano, quien finalmente les dio una brutal golpiza luego de que ella (Josefina), que hasta el momento había fingido ser parte del plan, las traicionase de una forma aparentemente tan vil. También, algo que creó desconfianza hacia Josefina y que sucedió tiempo atrás, fue que Gary, en la progresiva incrementación de su paranoia con respecto a las prisioneras, les metió (sin perforarlas) destornilladores en los oídos para que no tomasen decisiones en base a deducir, por los sonidos, lo que él pudiese estar haciendo. Solo Josefina se salvó de tener destornilladores en los oídos, y eso hizo que la detesten aún más.

El escape de Josefina

Cierta noche, Josefina se acercó con cara de sufrimiento a Gary, implorándole que le permitiese ir sola a visitar a sus tres hijos, los cuales vivían como adoptados pero podían ser visitados por su madre real según lo legalmente estipulado. Sorprendentemente Gary aceptó, en parte porque le dio confianza el que, a cambio del permiso, Josefina le ofreciese conseguir otra mujer para su colección…

Así, esa noche del 24 de marzo de 1987, Josefina se sentó sola en el hermoso Cadillac de Gary. Las manos le temblaban, tanto como por el frío como por el miedo. Entre sus dedos estaba la llave, algo que resultaba insólito, prácticamente inverosímil. Con todo, Josefina intentó dominar sus nervios y metió la llave. Sería una misión difícil, pero le ayudaba el haber prometido estar a las doce en punto, con la mujer ofrecida (para ser esclava sexual), en la gasolinera de las calles Sexta y Girard.



Josefina había conseguido que Gary confíe en ella al punto de que la vestía (a las demás no) y la llevaba a comer hamburguesas. Así, un día le imploró que le preste el auto para visitar a sus hijos, prometiendo que a medianoche estaría en el lugar acordado con una nueva víctima. En lugar de eso, ella fue a casa de su ex novio Vincent Nelson (arriba), y con su ayuda consiguieron que la Policía atrape al monstruo.

Josefina había conseguido que Gary confíe en ella al punto de que la vestía (a las demás no) y la llevaba a comer hamburguesas. Así, un día le imploró que le preste el auto para visitar a sus hijos, prometiendo que a medianoche estaría en el lugar acordado con una nueva víctima. En lugar de eso, ella fue a casa de su ex novio Vincent Nelson (arriba), y con su ayuda consiguieron que la Policía atrape al monstruo.

La clave del plan era Vincent Nelson, un hombre de raza negra que había sido su novio, y que ella había abandonado luego de una pelea (sin golpes). Todo dependía de eso: si Vincent no estaba o se mostraba resentido e inconmovible, el plan podría arruinarse por completo. Afortunadamente, luego de recibirla con enojo e indignación, Vincent finalmente se compadeció al verla tan angustiada, aterrada y confundida. “Prisionera… cadenas… tres chicas… asesinato… asesinato… sin tu ayuda morirán más…”, repetía nerviosamente Josefina.

Adentro de su casa, Vincent le prometió que lidiaría con “ese monstruo”, y luego salió con ella de la mano, caminando hacia las calles Sexta y Girard. A pesar de su solidaridad, en el fondo Vincent creía que Josefina exageraba y que el monstruo era un simple patán abusador, pero en cierto momento reflexionó mejor, considerando que un simple patán difícilmente inspiraría tanto terror… ¿Y si era un auténtico psicópata? ¿Qué podía hacer él frente a una bestia fría e inescrupulosa, frente a un ser que no vacilaría en cortar su yugular cual si fuese un filete de carne? Sería mejor llamar a la Policía, y eso hizo inmediatamente en la cabina más cercana.

Cuando le contestaron, Vincent les explicó y les pasó a Josefina, pero los agentes no le creyeron mucho aunque, por el tono de preocupación, no se tomaron a broma la llamada y les dijeron que esperaran a ser recogidos por los agentes David Savidge y John Canon.

Después de que los agentes los recogiesen y los llevasen a la comisaría, los examinadores vieron quemaduras y otras señales en el cuerpo de Josefina, por lo que empezaron a preocuparse de verdad y a pensar que la fantástica historia podía ser real.

Por último, Josefina contó dónde y cuándo había quedado en encontrarse con Gary, y entonces los agentes pudieron emboscarlo, pero éste no se asustó ni se sorprendió, a pesar de que lo llevaron a la Brigada de Delitos Sexuales para interrogarlo.

La casa del horror

Paralelamente al escrutinio del que Gary estaba siendo objeto, el sargento Frank McClosky, junto con otros policías, entró a la casa de Gary un 25 de marzo a las 04:30 de la tarde. Todos sabían lo que iban a ver, pero nadie imaginó cuán terrible era realmente la escena: mujeres desnudas, huesudas, encadenadas, con infecciones y estiércol en la piel; basura y desperdicios biológicos por todas partes, desorden y una cocina llena de trozos humanos, de restos que formaban una visión tan atroz que hacía pensar en la cocina del famoso Jeffrey Dahmer…

Juicio y muerte de Gary Michael Heidnik

Opinión de los especialistas y juicio paterno

En el juicio, la defensa intentó probar demencia en el acusado pero fue imposible pues, como dejó claro el juez, el hecho de que alguien tenga trastornos no lo incapacita para estar consciente de la naturaleza moral de sus actos. Complementariamente, los psiquíatras no concordaban en el diagnóstico final, ya que se sabía que el acusado presentaba tendencias maníacas, depresivas, sádicas, antisociales, pero unos lo etiquetaban de “esquizoide”, otros de “esquizofrénico” y otros de “desequilibrado”. Sobre su enfermiza personalidad, el criminólogo James A. Tobin escribió: ‹‹Me ha dado la impresión de ser un hombre que se considera superior a los demás, aunque debe rodearse de personas claramente inferiores para reforzar el contraste. No sólo es un peligro para sí mismo, sino que también podría llegar a suponer un gran peligro para otros miembros de la comunidad, especialmente para aquellos a los que considera débiles y dependientes. Lamentablemente, creo que su aberrante comportamiento no cambiará en un futuro próximo››.


Luego de su captura (arriba), Gary fue llevado ante la Justicia. Su juicio fue un verdadero imán mediático e incluso la jueza tuvo que prohibirle a los abogados hablar con los periodistas antes del mismo. Por otra parte, los diagnósticos psiquiátricos no concordaban en sus conclusiones finales; pero, como dijo la jueza, Gary tenía “una enfermedad en el alma”, y eso le había llevado a cometer atrocidades tan grandes que su propio padre declaró ante la Prensa: “¡Jesús! Debe haber perdido la cabeza. Si de verdad ha hecho esas cosas, espero que termine en la silla eléctrica. Yo mismo bajaría la palanca para ejecutarlo”

Por otra parte, la indignación que sus crímenes suscitaron fue tal que el propio padre de Gary declaró ante las cámaras: “¡Jesús! Debe haber perdido la cabeza. Si de verdad ha hecho esas cosas, espero que termine en la silla eléctrica. Yo mismo bajaría la palanca para ejecutarlo”.

Poca seriedad

Los crímenes de Gary eran tan pintorescos que el juicio se convirtió en un imán mediático: cámaras por todas partes, flashes acosando a abogados, testigos y demás… En poco tiempo ya Gary tenía varios sobrenombres: “El Sembrador de Bebés”, “El Amo de la Guardería”, “El Loco de Marshall Street”. Como se ve, la Prensa vio que para la opinión pública iba a ser un manjar la historia de un sádico excéntrico que secuestraba prostitutas negras y retardadas, no solo para obtener placer sexual de ellas sino principalmente para conseguir una especie de “granja de bebés”, la cual no pasó de ser una idea extravagante pues, insólitamente, el brillante asesino jamás entendió que, para conseguir bebés que pudiesen sobrevivir, era de suma importancia alimentar y tratar bien a las futuras madres. En todo caso la Prensa terminó siendo controlada, ya que sus excesos fastidiaron a la jueza y ésta prohibió que los abogados hablasen con los periodistas, al menos antes del juicio.

Cargos y sentencia final

A Gary Michael Heidnik se le imputaron los cargos de asesinato, rapto, violación, asalto con agravantes, imposición de relaciones sexuales desviadas, exhibicionismo, retención ilegal, amenazas terroristas, poner en peligro la vida de otras personas, atentado contra el pudor, inducción criminal, y posesión y abuso de un cadáver.

De todos los cargos anteriores Gary terminó siendo culpable, excepto de imposición de relaciones sexuales desviadas con respecto a Josefina Rivera. La condena final de la jueza, dictada en enero de 1990, fue de más de 120 años de prisión por todos los cargos distintos del asesinato, mientras que por éste último se le condenó a dos sentencias de muerte, una por cada víctima confirmada. Paralelamente las víctimas fueron indemnizadas, pero también la Administración de Veteranos y las Fuerzas de Paz quisieron parte del postre, ya que reclamaron el derecho al dinero que Gary, en sus tiempos como “Obispo de las Hamburguesas”, les había dejado en la constitución de su iglesia.

Su ejecución

Antes de ser ejecutado, Gary experimentó una prolongada situación de aislamiento y soledad en la prisión, no solo por la ubicación de su celda sino principalmente por su extraño e insociable comportamiento, tal como el silencio de dos años y medio que guardó luego de decir: “El Maligno me ha metido una galleta en la garganta”…




En enero de 1990, Gary fue condenado a dos cadenas perpetuas y más de 120 años de prisión. En la cárcel se aisló, se comportó extrañamente (más que de costumbre) y se deprimió, por lo que en enero de 1999 intentó suicidarse con sobredosis de thorazina, pero los médicos lo salvaron y tuvo que esperar hasta el 6 de julio de ese mismo año, fecha en la cual fue finalmente ejecutado con inyección letal.

Resultaba así natural que se deprimiese aquel recluso que usaba ropa de invierno en verano y se ataba una cuerda en los dedos de los pies para evitar la expansión de una gangrena imaginaria…  Por eso, en enero de 1999 intentó suicidarse con sobredosis de thorazina, pero los médicos lo salvaron y Gary tuvo que esperar hasta el 6 de julio de ese mismo año, fecha en la cual fue ejecutado con inyección letal.
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.Fuente: http://www.asesinos-en-serie.com/

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